Mais uma vez tomo a liberdade de divulgar um texto publicado em uma mídia estrangeira (jornal Clarín, Buenos Aires), que reproduz matéria do jornal Haaretz, de Israel, sobre o massacre que ocorre na Faixa de Gaza, transformado em um evento silencioso e distante por grande parte dos veículos de comunicação brasileiros (afinal, estamos em tempo de Big Brother, e logo logo, muuuito futebol e carnaval...).
Como não me sinto nem um pouco disposto a corroborar com este silêncio dos bons negócios, além de profundamente desconfortável com a condição humana da pós-modernidade, deixo-os ao sabor do texto de Ari Shavit, cujo título tomo emprestado para nomear esta postagem.
Por: Ari ShavitFuente: DIARIO HAARETZ
La operación "Plomo Fundido" se volvió loca. Atacar cualquier ciudad densamente poblada es un acto grave siempre, pero cuando la legitimidad internacional queda reducida a polvo, un ataque de este tipo se reduce a locura. Bombardear un predio de la ONU es algo que no se debe hacer nunca, pero hacerlo justo el día que el secretario general de la ONU está de visita en Jerusalén está más allá de la locura. El nivel de presión que los militares israelíes han estando ejerciendo sobre Gaza puede estar oprimiendo a Hamas, pero está destruyendo a Israel. Destruyendo su alma y su imagen. Destruyéndolo en las pantallas de TV del mundo entero, en los livings de la comunidad internacional y, lo más importante, en el EE.UU. de Barack Obama. Israel no es Rusia y Gaza no es Chechenia. Israel no puede lidiar con sus enemigos de la forma cómo las superpotencias beligerantes lidian con los suyos. Las guerras deben ser equitativas y proporcionales. Si no es equitativo, Israel no podrá triunfar en el campo de batalla. Veintiún días atrás la campaña contra Hamas era equilibrada y correcta. Alrededor de una semana atrás, comenzó a derrapar y en los últimos días cruzó todas los límites. Es cierto: Hamas está en situación de zozobra, sus líderes son asesinados y su prestigio decae. Pero lo que comenzó como una operación militar calculada y vital se convirtió en una orgía insubordinada dentro de una zona poblada. El primer ministro decidió, al parecer, actuar como una suerte de Vladimir Putin. Si termina su primera guerra sin una conclusión clara, terminará su segunda con un territorio carbonizado. En unos días, el fuego cesará y el humo se va a dispersar, dejando al descubierto el horror. Hamas será aplastado, pero las imágenes de esta atroz destrucción y muertes inundarán el mundo. Descubriremos entonces que no vamos a pagar el precio de la beligerante aventura en el EE.UU. de Obama nada más. Lo pagaremos con las almas dañadas de nuestros hijos e hijas.
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